lunes, 18 de febrero de 2008

Las armas de destrucción masiva son armas diseñadas para matar a muchas personas de forma indiscriminada.

Actualmente, se consideran armas de destrucción masiva las nucleares, biológicas y químicas. Cuando la expresión fue acuñada en 1937, se refería más bien al bombardeo aéreo por parte de la Luftwaffe nazi en apoyo del ejército sublevado en la Guerra Civil Española, siendo el caso más tristemente célebre el de Guernica.

El uso actual de esta expresión como sinónimo de armas nucleares, biológicas o químicas fue creado en la resolución 687 de Naciones Unidas en 1991. Esta resolución se refiere a la «amenaza que todas las armas de destrucción masiva suponen para la paz y seguridad», y menciona en particular las nucleares, biológicas y químicas, así como los tres tratados relevantes a las mismas:
Tratado de No Proliferación Nuclear
Convención sobre Armas Biológicas
Convención sobre Armas Químicas

El uso de esta expresión es motivo de controversia. Se popularizó sobre todo durante la crisis de desarme iraquí en 2002 y sirvió como pretexto para la invasión de Iraq de 2003 (donde el ejército estadounidense y británico utilizaron bombas sucias de uranio empobrecido). Finalmente no se encontraron armas de destrucción masiva.

Otras armas de destrucción masiva: A pesar del consenso en los tres tipos de armas antes citados, existen otro tipo de armas ampliamente condenadas por la comunidad internacional, pero de uso aún hoy día, que igualmente pueden matar a mucha gente de manera indiscriminada. Hay quien dice —no sin razón— que «no es el arma la que provoca la destrucción masiva sino el uso que se le da». Entre este tipo de otras armas estarían:
Minas antipersonales: se cumplen las dos premisas básicas de un arma de destrucción masiva: mata indiscriminadamente y en gran número, con la salvedad de que las muertes se producen a lo largo de muchos años.

Bombas de racimo: usadas en bombardeos sobre ciudades, pueden ser letales para muchísimas personas ya que se dividen en múltiples ojivas que caen aleatoriamente destruyendo todo lo que hay en una cierta área. También están prohibidas por la ONU.

Munición de uranio empobrecido: el uranio empobrecido, usado en la fabricación de balas, proyectiles y blindajes por su alta densidad y alto punto de fusión. A pesar de su nivel bajo de radiactividad, al ser usado con la suficiente frecuencia sobre una zona de conflicto con abundante población civil puede provocar a corto y medio plazo un incremento sustancial de los casos de cáncer y malformaciones congénitas. Se han documentado casos en Kosovo y Serbia, y sobre todo en Iraq donde el ejército estadounidense las usó intensamente. Los proyectiles de uranio empobrecido, al impactar, liberan y pulverizan su carga radiactiva por lo que se los puede considerar como bombas sucias.

A pesar de todo, se considera también prohibido por la comunidad internacional el uso abusivo de las armas convencionales. Quedarán para la historia los «tapices» de bombas que la aviación estadounidense y británica dejaron caer sobre las ciudades del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, particularmente en Dresde (Alemania) y Tokio (Japón) donde en ambos casos se calcula que murieron entre 100.000 y 300.000 civiles en una sola noche —más que la suma de los civiles muertos en Hiroshima y Nagasaki (las dos ciudades japonesas destruidas por bombas atómicas).

viernes, 1 de febrero de 2008



Según una noticia aparecida en El Periodico, los EE.UU. estudiaron crear una bomba gay para provocar la homosexualidad del enemigo.



¿La homofobia como arma de la guerra futura?



Las Fuerzas Armadas de los EE.UU. estudiaron fabricar una bomba gay para provocar la homosexualidad en el enemigo y con esto minar la moral y la disciplina de las tropas, según un documento secreto que acaba de salir a la luz. Parece una broma o un complot de grupos homofóbicos, pero el proyecto fue presentado con toda seriedad en 1994, con un presupuesto previsto de 7,4 millones de dólares para el desarrollo y la producción masiva durante seis años de esta arma y otras de no menos absurdas.



La idea salió del laboratorio de la base Patterson Wright de la Fuerza Aérea, en Dayton (Ohio), y está incluida en una propuesta titulada "Productos químicos para el hostigamiento, irritación e identificación del enemigo", que se presentó ante el departamento del Pentágono que se encarga de desarrollar armas químicas no letales.
Entre sus ideas para consiguir tales propósitos (hostigamiento, irritación e identificación) idearon rociar a los enemigos con una substancia que provoque halitosis "grave y continuada" o mal aliento para hacerlos "fácilmente identificables" durante semanas. A los que fueran impregnados con estos productos "les seria imposible mezclarse con la población local", que presumiblemente huiría de su presencia.



El documento, además, propone un plan digno del Coyote para capturar al Correcaminos: colocar barricadas en una vía utilizada por los enemigos y rociarlos con un producto químico que vuelva locas las abejas y las atraiga para picarlos a discreción.



Asimismo, los científicos de las fuerzas aéreas de los EE.UU. quisieron reclutar a las temidas ratas y "animales más grandes" porque, atraídas por substancias especiales, atacarán los enemigos y provocarán el pánico entre sus filas.
Entre esta caterva de sugerencias está la aplicación de la recomendación "hacer el amor y no la guerra", con la idea de fabricar compuestos químicos que socaven la disciplina y la moral de las unidades enemigas exacerbando la líbido. "Un ejemplo de poco gusto pero completamente no letal serian los afrodisiacos potentes, especialmente si el producto químico también provocara comportamientos homosexuales", afirma el documento.



La propuesta, de tres páginas, publicada con ciertas secciones tachadas, fue obtenida por Sunshine Project, una organización privada que se opone a la investigación con armas químicas. Edward Hammond, uno de los responsables de la organización, ha afirmado que le escandalizó ver que se considerara "una cosa así".



Por su parte, el teniente coronel del Ejército Barry Venable, portavoz del Departamento de Defensa, ha indicado que el concepto de la bomba homosexual "surgió básicamente en una sesión de sugerencia de ideas y fue rechazado inmediatamente". No obstante, Hammond afirma que no fue así, puesto que la propuesta del laboratorio Wright fue distribuida a varias agencias del Gobierno en el 2000 y un año después llegó a manos de la Academia Nacional de Ciencias, que desde el 1863 asesora el Gobierno sobre asuntos científicos y tecnológicos.